Verano sin complejos: atrévete a ser tú misma

Body positive: «¿Y si este verano dejáramos los complejos en casa?»

Cada año, cuando llegan los días soleados, una industria que vale millones se despierta: se preparan para vivir LA TEMPORADA en la que miles de personas, en su gran mayoría mujeres, comienzan a dudar de que su cuerpo pueda mostrarse al mundo con vestidos, faldas, camisetas, o mejor dicho, con trajes de baño, bikinis, sin tener una forma particular, aceptada y aceptable, que no provoque incomodidad, vergüenza, juicio.
Desde hace algunos años, incluso se ha convertido en un gancho de marketing del verano: el «Bikini Body» o «Summer Body», vendido y garantizado por dietas, productos milagrosos, visualizaciones o hipnosis.
Demasiado esto, no suficiente aquello, nunca “como debe ser”… el cuerpo no es un campo de obras, es un lugar, la casa de mi aliento, un milagro de huesos, piel y memorias.

¿Y si el peso del que debemos liberarnos no fuera el de los kilos de más, sino el de las imposiciones sociales?
¿Y si los supuestos defectos estéticos no fueran más que medallas de batallas vencidas, de dolores transformados, de silencios tan largos que se imprimieron en nuestra piel para expresar lo que no encontró palabras?

Imperfectas y bellas como somos, valientes mujeres modernas sometidas a exigencias nunca antes vividas, siempre ocupadas…
¿Podemos hacer una pausa para cuestionar este relato?
Aquí, ahora mismo, y empezar a cambiar las cosas desde dentro de nosotras mismas, el único lugar donde habitan los verdaderos cambios.

Del control a la reconciliación: la aceptación de una misma

Del control a la reconciliación: la aceptación de una misma

Cada año, cuando los días se alargan, el sol hace estallar los colores, la ropa se aligera… vuelve la pregunta: ¿Estoy lista? ¿Lo está mi cuerpo?
¿Pero lista para qué exactamente? ¿Para ser vista? ¿Para gustar? ¿Para entrar en un bikini, en una norma, en una expectativa?¿Y si este año decidiéramos que el verano no es un examen, sino una estación que nos pertenece?
¿Y si dejáramos de posponer la posibilidad de amar, de vibrar, de tumbarnos en la arena sin esconder el vientre ni nuestros sueños?
Desde la adolescencia (y a veces incluso desde la infancia), nos bombardean con mensajes sobre el “cuerpo ideal”.
Redes sociales, publicidad, Summer body: todo eso alimenta la idea de que tenemos que ganarnos el derecho de disfrutar de la playa o de unos pantalones cortos.
¿Quién decide lo que podemos o no podemos mostrar?
¿Por qué nuestra felicidad debería depender de un número en la balanza o del aspecto de nuestros muslos?
El cuerpo no es una decoración, es una herramienta de vida.
Nos permite caminar, bailar, reír, nadar, comer helado en la playa.
¿Y si volviéramos a apropiarnos de él, apreciándolo por lo que hace y no por cómo se ve?
El placer no debería estar reservado a un cuerpo estandarizado.
La aceptación no significa “rendirse”, significa rechazar que la vergüenza guíe nuestras decisiones.
Cada una tiene derecho a trabajar en sí misma, pero desde el amor, la compasión, no desde el juicio o el desprecio.
Crecimos en una cultura que nos enseña a vigilar, restringir, “corregir” nuestros cuerpos.
Cada verano regresa la misma historia: transformarse para “estar lista”, como si el cuerpo fuera un proyecto esperando validación.
Pero hay otro camino posible.

Empieza con un cambio de mirada: dejar de ver tu cuerpo como un enemigo a disciplinar, y empieza a verlo como un aliado vivo, un lugar de sensaciones, de historias, de poder.
Este cuerpo, con sus pliegues, sus huellas, sus particularidades, es nuestro hogar, no una vitrina.
El sol, el mar, las fiestas, las risas… todo eso le pertenece a todo el mundo, no solo a una minoría de cuerpos.
Ponerse un traje de baño no es un acto trivial para todas: a veces es un acto de valentía, incluso de resistencia.
Pero no estamos en esta Tierra para ser bellas o delgadas. Estamos aquí para SER: vivas, presentes, llenas de movimiento, conectadas con nuestros sentidos y nuestras sensaciones, que se comunican con nuestra mente a través de este cuerpo, tan incomprendido a veces, tan poco amado.

Es cambiando de perspectiva que dejamos de huir de nosotras mismas… y empezamos a habitarnos.
¿Y si reemplazáramos la pregunta “¿soy lo suficientemente buena?” por “¿qué quiero vivir hoy?” para acercarnos a la VIDA, dándonos permiso para la ALEGRÍA?

Del molde a la multitud

La belleza tal como nos la enseñaron es, a menudo, condicional: hay que ser delgada y firme, bronceada pero no demasiado, musculosa pero no corpulenta, natural pero sin defectos visibles.
Este modelo único, lleno de “peros” y empapado de “no lo suficiente”, ha acabado por generar una especie de cansancio colectivo del que es difícil escapar…
A menos que primero tomemos conciencia de que estamos dentro, de que ¡nos están atrapando!


Resignificar la belleza es negarse a medirse con un molde.
Es aceptar que la belleza no tiene una sola forma, sino miles.
Es devolverle su valor a la autenticidad, a la diversidad, a la historia que cada cuerpo cuenta. ¿Y si cambiáramos la pregunta “¿Soy bella?” por
“¿Cómo me siento cuando soy libre? ¿Cuando me siento viva? ¿Cuando me río?”
Vivir con valentía es profundamente hermoso.
Porque la belleza real, la que se encarna, nace del movimiento, de la presencia, del brillo de ser una misma. 


La belleza no vive en un solo formato, es múltiple.
Vive en la autenticidad de una presencia, en una risa sin reservas, en una mirada llena de amor, en un cuerpo que baila simplemente porque lo desea.
Sentirse bella no es mirarse como en una vitrina, es sentirse alineada, conectada consigo misma.
¿Y si vestirse para el verano fuera un ritual de reconciliación con el propio cuerpo?
No para “esconder” o “engañar”, sino para celebrarse.
Ponerse un bañador en el que una se sienta bien, no simplemente “aceptable”.
Anudarse un pareo ligero que deja ver y vuela con el viento como una declaración de libertad.
Elegir joyas doradas, sandalias que brillan, un vestido fluido que acompaña nuestros movimientos.
Cada accesorio puede convertirse en un talismán, cada tejido, en una caricia.
La moda ya no será un disfraz, sino una extensión de nosotras mismas y del Amor que nos tenemos.

Atreverse a vivir plenamente en el cuerpo que tenemos hoy: un verano sin complejos

Atreverse a vivir plenamente en el cuerpo que tenemos hoy: un verano sin complejos 

Espejito, espejito, ¿soy suficiente?

¿Y si dejáramos de esperar un hipotético “después” para vivir?
Después de perder kilos, después de tener el vientre plano…
¿Y si decidiéramos que el verano es ahora, en este cuerpo, no en otro?

Atreverse a vivir en el cuerpo tal como es, ¡es un acto casi revolucionario!
No es indiferencia ni abandono, es amor propio que elige la vida, incluso en medio de las dudas.

Porque amarse también significa atreverse a mostrarse en su verdad, con sus formas, sus cicatrices, sus historias.

Basta de esperar. Basta de rechazar invitaciones. Basta de dejar que los complejos decidan por nosotras.
El verano no pide perfección, pide nuestra presencia, nuestro ¡SÍ a la Vida!

Así que sí, en este cuerpo, el de hoy, vamos a zambullirnos, a reír fuerte, a amar, bailar y broncearnos sin escondernos.

Vamos a vivir. Enteras. Desbordantes. Imperfectas.

Potoroze, como revista femenina emancipada de los dictados, se compromete a promover el bienestar cuerpo-corazón-mente, a acompañarte en tu camino ofreciéndote artículos, talleres, acompañamientos y moda, con el deseo de que puedas apreciar cada día un poco más a la Bella Imperfecta que eres… ¡que somos!

Te dejamos un Manifiesto para que este verano seas libre de brillar con mil luces.

MANIFIESTO POTOROZE

Bellas imperfectas que somos, ya no esperaremos una versión futura de nosotras mismas para saborear la alegría.
Bellas imperfectas que somos, no le debemos nada a nadie, ni siquiera un vientre plano.
Bellas imperfectas que somos, rechazamos la vergüenza como precio de entrada a la felicidad.
Bellas imperfectas que somos, devolvemos el placer allí donde nos enseñaron el castigo.
Bellas imperfectas que somos, somos la prueba viva de que la felicidad no se talla a golpes de complejos.
Bellas imperfectas que somos, ya no esperaremos una versión futura de nosotras mismas para saborear la alegría.
Bellas imperfectas que somos, tenemos derecho a ser visibles, ligeras, libres.
Bellas imperfectas que somos, somos suficientes — ahora, aquí, así.

¡Hecho, hecho, hecho! ¡Feliz verano, bellas mujeres!

Ahora que vas a disfrutar del verano como se debe, descubre también nuestro artículo Una historia terapéutica de regreso a una misma: «Ve, si no, tu vida nunca comenzará».










Egle Pombeiro

Escrito por Egle Pombeiro Soy una frecuencia vibratoria que abre la posibilidad de cambio para guiarte más allá de la mente hacia tu verdadero Ser. Te acojo donde estás, y juntos crearemos un camino hacia la liberación de tus males/palabras, la resignificación de tus experiencias pasadas para que habitar plenamente tu cuerpo y tu corazón en el momento presente sea posible. Descubre tu esencia, tu autoridad interior, ¡tu «sí» a la Vida! Este es sin duda el camino menos transitado, hecho de alternancias entre el viejo yo y el nuevo yo, accesible a aquellos que están dispuestos a cuestionar sus certezas y creencias, abiertos a la deconstrucción, al descondicionamiento, de la familia, de la sociedad y de tu ego. Utilizaré los recursos de mi caja de herramientas como y cuando sea necesario: ejercicios psicológicos corporales, liberación de estrés y traumas, prácticas sistémicas, arteterapia, Diseño Humano y mi propia vibración y experiencia estarán a tu servicio para guiar la exploración de tus territorios interiores con amabilidad y respeto.

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